domingo, 12 de octubre de 2014

capítulo 29 sin esperanza, sin fe

SIN ESPERANZA, SIN FE

—Sam, despierta— la suave voz de Alonzo interrumpió mi descanso.
Abrí los ojos y la luz del día me dio directo, parpadeé un poco para aclarar mi visión.
Alonzo me ayudó a bajar del vehículo. Casi me da un ataque al ver quienes nos esperaban ahí. El director Dalton, la prefecta  Carmen, Gaby… ¡Un momento!
—¿¡Dónde está Patty!?—  grité acercándome a ellos.
Carsten detuvo mi andar tomándome de los hombros, como protegiéndome de ellos.
—Patty fue atacada por un demonio— dijo Gaby entrecortadamente mirando al suelo
—¡No puede ser!— grité desesperada.
—Ella está bien, afortunadamente Marco Arturo estuvo cerca para protegerla, aunque los dos aún no reaccionan— agregó el director muy preocupado.
—¡Tenemos que acabar con esto ahora!— dijo Alonzo muy serio.
Carsten retiró las manos de mis hombros y se dirigió al director.
—Lamento nuestra presencia en su campus, estamos de su lado— dijo refiriéndose a Eric y a él. 
—Muchas gracias— Respondió el director quien aún no parecía del todo convencido.
—Samantha, no tienes de qué preocuparte, dado que regresaste a ayudarnos tus faltas  serán absueltas— dijo la prefecta.
En cualquier otra ocasión sus palabras me hubieran resultado geniales, pero ahora no hacía más que pensar en el bienestar de Patty.
—Gracias. ¿Puedo ver a Patty?—  pregunté impaciente.
—Vamos— dijo Gaby mientras me invitaba a seguirla.
—Alonzo por favor, ve con las señoritas, lleva a Anthony a la enfermería — le indicó el director.
Alonzo subió a Thony a su espalda y caminó en silencio a mi lado.
—Así que él es Carsten von Bismarck— dijo Gaby con un  ligero toque de emoción en la voz, como si se tratara de una celebridad.
—Sí, es él—  respondí en voz baja.
—Es muy guapo, tienes mucha suerte Sam—  agregó mi amiga
Alonzo carraspeó sonoramente.
—Mejor hablemos de otro tema— dije para no incomodarlo.
Entramos a la escuela y todo ahí dentro se veía desolador. Muchos chicos heridos, llenos de rasguños, heridas profundas, otros inconscientes. Había un chico al fondo que tenía varios huesos rotos que atravesaban du piel, una enfermera y otros maestros intentaban poner todo en su lugar.
—No cabe duda que esto es serio— comenté.
—Y eso que sólo nos atacó un grupo de diez, esta noche es el ataque masivo— agregó Gaby con tristeza en la voz.
—¡Qué! ¿Cómo lo sabes?— pregunté.
—Llegó una nota amenazante a la dirección— respondió.
Llegamos a la enfermería la cual estaba repleta también, Alonzo colocó con mucho cuidado a Thony sobre una de las camas libres. Una de las enfermeras se nos acercó de inmediato.
—¿Qué le pasó?— preguntó.
—Un demonio lo atacó, tiene una herida profunda en la espalda, le hicimos una transfusión de sangre casera— respondió Alonzo.
—Bueno, entonces sólo queda esperar que reaccione, parece que hicieron un buen trabajo, volveré para limpiar correctamente la herida— agregó la enfermera antes de dar media vuelta en busca de lo necesario para curar a Thony.
—Quiero ver a Patty—  le dije a Gaby.
Alonzo se quedó con Thony mientras Gaby me mostraba el camino. Mi corazón se contrajo y sentí cómo perdía el aire al ver a mi querida amiga  totalmente pálida, gélida, tumbada en esa camilla de la enfermería respirando con dificultad.  Corrí a  ella. Tomé su mano derecha entre las mías.
—¡Patty! ¡Patty! ¡Estoy aquí!— grité intentando hacerla reaccionar.
Gaby me detuvo.
—Es inútil, ya lo hemos intentado todo— dijo.
Sentí mi alma escapar del cuerpo, ¡No era posible que ella se fuera a quedar así para siempre!
Las lágrimas estuvieron a punto de escapar de mis ojos, pero no podía permitírmelo, nadie podía verme llorar. Me libré de las manos de Gaby con brusquedad, hui del lugar rápidamente. Corrí tanto como pude y caí de rodillas al borde de la piscina.
Las lágrimas salieron al fin de mis ojos en medio de mi desesperación y furia. ¡Acabaría con todos esos malditos demonios, acabaría con los culpables de esta desgracia!
—¿Te cansaste de jugar a ser fuerte?— dijo una voz repudiablemente conocida a mis espaldas.
Me sequé los ojos toscamente y me puse de pie aun dándole las espaldas.
—¡Insensible! ¡Tú deberías estar postrado a esa cama, no Patty! ¡Eres un miserable incapaz de sentir algo por alguien!— me volví hacia él.
—¿Así que tú eres muy sentimental? ¡Claro! Porque  tus padres te abandonaron, te dejaron a tu suerte en esta escuela ¡pobre niñita desdichada!— dijo frescamente, sin notar la gravedad de sus palabras.
—¡Maldito hijo de…!
Mis alas se desplegaron con furia y me lancé a él con los puños cerrados, pero atrapó mis brazos antes de que pudiera golpearle.
—¿En serio crees que puedes lastimarme?—  dijo con una gran sonrisa repudiable en el rostro.
Lanzó mi cuerpo con toda su fuerza contra la piscina. Sentí todo su poder en mí con la vibración de mis alas sobre el agua. Arnold se acercaba a mí completamente determinado a acabar conmigo.
Pero Eric lo detuvo.
—¡No te atrevas a tocarla!— gritó a la vez que le impedía el paso.
—¿Y quién crees que eres para decirme qué hacer?— le dijo Arnold desafiante.
Aleteé un poco hasta llegar a tierra firme.
—¡Eric, no te metas en problemas!— le dije.
—Tranquila Sam, le enseñaré una lección a este bastardo— agregó Eric a la vez que tronaba los huesos de sus manos preparándose para pelear.
En menos de un parpadear, Eric tomó a Arnold por el cuello lanzándolo a la piscina.
El cuerpo de Arnold golpeó el agua con fuerza, Eric se sumergió en el agua también y  luego de unos segundos de ardua pelea  sacó la mitad de su cuerpo fuera, continuaba apretando a Arnold por el cuello.
—¡Pídele disculpas a Sam!—  Ordenó Eric.
—¡Nunca!— respondió Arnold entrecortadamente.
Eric le sumergió la cabeza en el agua nuevamente, al punto de casi ahogarlo.
Lo sacó del agua nuevamente.
—¿Qué opinas ahora?— le preguntó.
Arnold estaba respirando con dificultad.
—Lo...lo siento Sam…— dijo al fin.
—Así me gusta, buen perrito—  agregó Eric  volviéndolo a  empujar con fuerza al fondo de la piscina.
Mi eventual héroe salió del agua. Guardé mis alas, no creí necesitarlas más por ahora.
—Estará un buen rato ahí, vámonos Sam— dijo invitándome a seguirlo.
Así lo hice.
Nos alejamos del lugar y tomamos asiento en medio del pequeño bosque que rodeaba la escuela, su ropa aún estaba mojada.
—Carsten no tarda en llegar, fue a Whitemount a ver cómo están las cosas— me dijo.
Me quedé pensativa.
—¿Por qué lo hiciste?— pregunté volviéndome hacia él para verle a los ojos.
—¿Hacer qué?
—Impedir que golpeé a ese imbécil.
—Sam, seamos honestos, él tiene más fuerza que tú. No hubieras sobrevivido a su ataque.
—Tal vez, tengas razón.
—Además no puedo permitir que te lastimen.
—¿Por qué?
—Porque Carsten moriría si te llega a pasar algo, estoy seguro. Tú le haces mucho bien, alguien que por fin lo hace feliz merece ser protegido por mí— dijo. 
Agradecí con una gran sonrisa pero me quedé pensativa acerca de ello. 
Carsten se unió a nosotros, venía acompañado de un chico de cabellos color miel, lo había visto antes… en el café. Él es Matty.
—Whitemount está de cabeza— comentó Carsten  antes de tomar asiento a mi lado.
—¡Sam! Es un gusto conocerte al fin— dijo Matty a la vez que se acomodaba el cabello para poder verme mejor.
—El gusto es mío, Matty— dije
—Cierto, lo lamento, no los presenté antes— dijo Carsten.
—No hay problema— agregué.
—¿Qué planean los idiotas esta vez?— preguntó Eric.
—En resumen: Triple alineación planetaria. La luna, Venus, y Júpiter van a alinearse en forma triangular. Cuando esto suceda provocará una baja extrema en la energía de los demonios, lo cual los obliga a robar almas, sobre todo las de ángeles, ya que estas pueden volverlos aún más fuertes que nunca— Respondió Carsten
—¿Y cuándo sucederá? — pregunté
—Al atardecer de hoy, para medianoche ya deben estar sintiéndose desesperados.
—Planean atacar a medianoche—  añadió Matty.
—Malditos—  murmuré.
—No está permitido que maldigas mientras estés en las santas tierras de Blackmount—  me dijo Carsten en forma sarcástica. 
Quería acercarme a él, abrazarlo, besarlo, pero aquí no me sería posible, bastante riesgo ya tuve en dejarme ver con ellos ante el director  y la prefecta, podrían estar vigilándome.
Sólo pude apretar mis labios y forzar una sonrisa.
—No pasará nada si estamos aquí para batallar a favor de Blackmount—  dijo Matty.
—¿Cómo podrán mantenerse? — pregunté.
—Digamos que conocemos de ciertos métodos que el resto no— dijo Eric con una sonrisa cómplice.
La conversación fue interrumpida
—Samantha, necesitamos tu ayuda, parece que tu compañero Johnson ya está volviendo en si— dijo la prefecta. 
—Claro, iré. 
Me levanté de mi lugar.
—Puedes llevar a tus amigos si quieres— dijo con un poco de desconfianza.
—No se preocupe señora, no será necesario— dijo Carsten con tono hostil.
—¡Carsten, no seas descortés!—  le reñí.
Volteó la cabeza hacia un lado, algo molesto por mi reprimenda. Pero por más que intentará no podría controlar la naturaleza rebelde de Carsten.
Eric  y Matty decidieron quedarse en el bosque, Carsten vino conmigo a regañadientes. Seguimos en silencio a la prefecta hasta llegar a la enfermería donde al fin nos dejó solos.
—Muero por tenerte entre mis brazos—  susurró él a mi oído.
—¿Crees que yo no?— respondí con la voz cargada de tristeza.
Caminamos en medio de las camillas hasta llegar a la de Thony.
Tomé asiento en la silla que estaba a su lado. Rocé su frente con mis manos. Abrió los ojos lentamente.
—¡Thony, al fin estás de regreso!— dije.
Movió levemente los labios intentando decir algo, lo detuve poniendo mi dedo índice sobre ellos.
—No hables, tienes que recuperar tus fuerzas.
Cerró los ojos y sonrió levemente.
—Tu amigo es más fuerte de lo que parecía, perder tanta sangre, resistir una transfusión casera, es más resistente de lo que podría esperar—  dijo Carsten.
—Así es él, Thony nunca se rinde.
Apenas dije aquellas palabras un recuerdo inesperado vino a mí en forma de flashback.
—¡No importa cuántas veces me rechaces Sam! ¡Seguiré intentando!
Anthony me dijo eso, hace mucho tiempo atrás cuando  no acepté ser su novia al primer intento.
Y así lo hizo, nunca se rindió y lo logró, pero al final…
—Atención, todos los alumnos que estén en perfecto estado de salud, acudir al auditorio de la escuela, urgente —  La voz de la secretaria de Dalton en el altavoz  me devolvió a la realidad lentamente.
—Ve, yo me quedaré vigilando a Anthony— me dijo Carsten.
—Está bien, gracias— dije a la vez que me disponía a ir al auditorio.
Carsten me detuvo tomando mi mano, me llevó  muy cerca de él y susurró a mi oído.
—Te amo.
Rogué porque nadie me viera y me lancé a sus brazos. Respondió a mi abrazo con fuerza, apretándome contra su pecho.
—Te amo, no puedo contener todo este amor que siento por ti, no quiero que te alejes otra vez, no puedo vivir sin verte, sin tenerte cerca de mí— dije.
—Nunca me iré de tu lado, eres todo lo que necesito para vivir, necesito de ti.
Lo solté despacio, al parecer nadie nos vio.
—Ya vuelvo— le dije.
Sonrió complacido.
Avancé hasta llegar a la puerta de la enfermería, un cuerpo cortó mi paso.  Era Alonzo, su mirada fija y severa se plantó sobre mí, era claro que lo había visto todo.
—No voy a fingir todo el tiempo, sabes bien que esto me molesta, y no está bien—  dijo sin quitar  la fiereza de sus ojos.
—Alonzo, no es momento para esto, ¿Si?, la escuela está en peligro y una de mis mejores amigas tal vez nunca despierte, ¿No crees que es suficiente? — dije mientras me abría paso.
—Y que la chica a quien amo se entregue al equivocado, ¿No es suficiente?—  dijo a mis espaldas en un susurro casi imperceptible.
Eché a correr cabizbaja con dirección al auditorio, no quería continuar esa conversación, al menos no en ese momento.
Una vez en el auditorio, noté que los chicos "sobrevivientes" al ataque eran muy pocos. El director invitó a todos a tomar asiento. Me quedé de pie a un lado,  Carsten se unió a nosotros sorpresivamente, se quedó de pie tras de mí, manteniendo su distancia.
Tenía que ignorar su presencia, no podía darme el lujo de mostrar lo que siento por él ante todos.
Las miradas de odio no tardaron en posarse sobre él. El director lo notó.
—Muchachos por favor, él está de nuestra parte— Dijo por el micrófono.
A pesar de ello los alumnos no dejaron de mirarlo con desconfianza.
Alonzo entró al auditorio, y contra mi voluntad me tomó de la mano y me obligó a sentarme con él ante la mirada amenazante de Carsten.
Tuve que sentarme a su lado.
—¿Por qué lo haces?— dije un tanto molesta.
—¿Hacer qué?
—No te hagas, lo haces porque está él aquí, ¿Verdad? De otra forma me ignorarías por completo.
—No.
—¡No me mientas!  Antes de todo esto yo ni existía para ti y ahora…!
—Y ahora corro peligro de perderte— me interrumpió mientras me miraba fijamente.
Enmudecí, no podía soportar su mirada clavada así, en mis pupilas, no miente, puedo notarlo.
El director explicó su plan y cada quien fue a encargarse de lo suyo. Al fin podría pasar un rato  tranquila cuidando a Thony y Patty. Alonzo se encontraba en la otra habitación vigilando a Marco Arturo que ya había despertado.
Me dirigí al lugar, para darle las gracias.
—Ustedes sí que son un par de héroes, escapan de la escuela, vuelven cuando se les antoja, ¡ja! ¡vaya!— dijo Marco Arturo.
Sonreí a medias. Mi objetivo no fue escapar de la escuela para llamar la atención, sólo quería rescatar a Alonzo.
—Quería darte las gracias por proteger a Patty, de no ser por ti, tal vez ella estaría peor— dije.
—No hay problema Sam, no agradezcas nada, Patty es todo lo que me importa en esta escuela, además de Alonzo, claro y mis amigos de la orden de Ankh, lamento no haberte ayudado en tu plan de rescate.
—No es nada.
—Duerme, necesitas recuperarte— Le ordenó Alonzo.
—Bueno, debo retirarme para vigilar a Thony y Patty, espero te mejores pronto Marco Arturo— le dije.
Sonrió ampliamente.  
Pude ver por la ventana del pasillo a Carsten que estaba en el patio junto con Matty y Eric a lo mejor planeaban cómo atacar a los intrusos. Volví a mi lugar en la silla al lado de la camilla de Thony.
—Sam, debo ir— me dijo mientras intentaba levantarse.
—No, Thony, ya bastante tienes con esto, por favor quédate quieto— ordené.
—¿En serio te importa lo que me pase?— preguntó mirando al techo.
—Claro que me importa, estuve desesperada, creí que te perdería. Cuando fui embestida por tu propio cuerpo creí que estabas muerto y estuve a punto de volverme loca de sólo pensar qué haría sin ti. Thony, eres especial para mí— dije sin pensar. Todo salió de mi interior en ese momento.
Thony se incorporó.
—No necesito más pastillas, transfusiones de sangre, ni nada, sólo necesito… te necesito a ti—  dijo mirándome con sus ojos tan tiernos, cristalinos, puros. 
Era inevitable ponerme triste, no dejaba de sentirme culpable por meterlo en todo este lío. 
Hubo un silencio muy largo entre nosotros.
—No me separé de ti ni un segundo— le dije sin mirarle a los ojos.
Thony volvió a acostarse.
—Lo sé, y es por eso que sigo vivo, no me rendí. Por ti. Porque estabas cerca. Siempre. Sam yo… —
—Samantha, el director te necesita en el patio trasero, es urgente, yo me encargo de Johnson— interrumpió la prefecta.
Anthony exhaló todo su aire con furia y apretó el entrecejo.
—Volveré en seguida— dije  intentando disculparme.
Salí de la enfermería.
Y por desgracia Tatiana venía a mi encuentro.
—No finjas que estás afligida, jamás debiste volver—Me dijo con odio.
—¿Te molesta que haya fugado con Alonzo?— pregunté con una sonrisa malévola en mis labios.
Noté la contradicción en su rostro, molesta, apretó sus facciones a más no poder, poniéndose colorada de furia. 
—Todas las noches dormí junto a él—  le dije con malicia mirándola fijamente.
Tatiana dio un pisotón con furia, apretó todo su cuerpo como si quisiera golpearme pero al final se retiró.
Sonreí, me encanta molestarla, más aún cuando ella se mete conmigo, además me debía una luego de lastimarme cuando rescaté a Alonzo.
Alcancé al director que estaba acomodando unas estrategias de ataque con unos chicos de primer año. Cuando se desocupó vino a mi lado. Con mucha sutileza preguntó cómo es que había conocido a Carsten y sus amigos. Le dije que fue durante mi estadía en la ciudad y que son diferentes a los demás chicos de su escuela, al parecer se creyó parte de la historia, afortunadamente no preguntó si yo tenía algo que ver con alguno de ellos, hubiera notado al instante que mentía al decir que no.

Esta noche sería la más larga de mi vida, cruzaba los dedos porque todo saliera bien aunque tenía mil dudas. ¿Será posible que evitemos la matanza en la escuela? ¿Qué tal si esta es la última noche de mi vida? 

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