domingo, 12 de octubre de 2014

CAPITULO 22 Nuevos Horizontes


SAMANTHA
"Aunque doliera demasiado, te tendría que dejar ir. No sé si volveré a verte, no sé si pueda besar tus labios una vez más. El destino lo quiso así, tendré que ser paciente y mantener la esperanza"


NUEVOS HORIZONTES

Carsten estaba de pie frente a mí, llevaba al hombro una mochila de jean que parecía pesada. 
Miré directamente hacia sus ojos.
—Así que ¿Te vas?— pregunté mientras jugueteaba con el cierre de su sudadera.
—Sí, Sam. Espero lo entiendas. Es lo mejor para los dos. Samir quiere venganza, debo alejarlo de ti, y acabar con él de una vez por todas.
—Bueno, yo también me voy— dije bajando la mirada.
Detuvo mis manos con brusquedad.
—¿¡Qué!?—  alzó la voz.
—Me voy con Anthony y Alonzo, él fue castigado por mi culpa. Tengo que sacarlo de aquí .
—¡Moretti! ¡Toda la vida él! ¡Siempre se trata de él!
—Carsten, no es así. Lo hago por mi amigo, puedes verlo claro en mi mente.
—No, no quiero y no debo. Necesito toda mi energía para salir de aquí.
—Podríamos llevarte…
Me interrumpió antes de que termine la frase. 
—No, Sam. Iré por mi cuenta.
—¿Quiere decir que no volveré a verte?— pregunté temerosa.
—No, cariño eso no pasará. Veré la forma de velar por ti, trataré de estar lo más cerca posible. Soy un peligro estando a tu lado. Samir podría encontrarnos y ensañarse contigo. No quiero que ese maldito se te acerque — dijo con la voz cargada de furia.
—Te ves muy sexy cuando te enojas— le dije.
Se lanzó sobre mí con un beso apasionado. Terminado el beso me abrazó con fuerza contra su pecho.
—Te amo— susurró.
—Yo también te amo— respondí mientras apretaba su espalda con mis dedos.
—Es hora de irse— dijo.
Pero yo no quería soltarlo.
—Carsten, nos volveremos a ver, te lo aseguro.
—¡Sam! ¡Debemos irnos!— gritó Anthony desde la Land Rover.
—Debes irte— dijo Carsten a mi oído.
Deshizo el abrazo y me dio un pequeño empujoncito devolviéndome al camino.
Me volví para verle, parecía muy triste y podía sentirlo en mi interior, su tristeza creciente apoderándose de cada parte de mi alma. Apretó sus labios como si intentara callar algo que quería salir de lo más profundo de su ser. Hizo un gesto con la cabeza, indicándome que suba a la camioneta. Le hice caso, me senté en el asiento trasero, al lado de Alonzo que estaba casi inconsciente. Volteé la cabeza y busqué a Carsten, pero el ya no estaba. Solté un suspiro.
—Acelera— le ordené a Anthony.
La land rover avanzó arrasadora en medio del lodo y el pasto. Derribamos parte de la verja trasera  que cercaba la escuela. Una alarma sonó a lo lejos. De todas formas no podrían alcanzarnos, Anthony pisaba el acelerador a fondo, nos movíamos muy rápido. La camioneta se movía de lado a lado mientras destrozaba las plantas y arbustos a su paso.
De pronto, sentí en mi brazo un profundo ardor provocado por los arañazos de Tatiana y sus largas uñas. Quiso impedir el secuestro de Alonzo. Tuve que arreglar cuentas con ella, la dejé muy golpeada pero no al borde de la muerte. Mi cuerpo estaba medio golpeado en general y lleno de pequeños rasguños con gotitas de sangre casi coagulada. Afortunadamente Carsten no lo había notado, si no quien sabe qué pudo haber hecho, mi novio es muy impulsivo.
Alonzo se movió un poco. Tomé sus hombros, traté de recostarlo con la cabeza sobre mi regazo para darle mayor soporte.
—Sam…— dijo con dificultad.
—Estoy aquí, no te dejaré.
—Gracias…— susurró.
Silencié sus labios con mi dedo índice.
—No hables, estás débil.
Sonrió un poco.
—Sujétate— ordenó Anthony.
Antes de preguntarle por qué la camioneta de inclinó hacia la derecha andando en solo dos ruedas para salir por el delgado perímetro de la escuela. Había olvidado lo hábil que es Thony conduciendo.
Me aferré del asiento delantero para no golpear contra la puerta contraria.
Anthony volvió a poner la camioneta en cuatro ruedas, tomamos la autopista que iba directo al centro de la ciudad.
—¿A dónde nos dirigimos exactamente?— le pregunté a Anthony.
—Conozco un lugar donde podremos pasar casi desapercibidos, unas residencias universitarias.
—¿Qué no hay que estar registrado en la universidad para eso?— pregunté.
—No, esto es diferente— dijo.
Luego de un largo viaje en el que estuve varias veces a punto de caer dormida, llegamos al lugar mencionado. Anthony estacionó la camioneta en el parqueo de las residencias universitarias.
Pude ver no muy lejos de nuestra ubicación, sobre un edificio enorme unas enormes letras blancas, “Universidad pública de Blast Ville”.
—Espérame aquí, iré a concertar todo— dijo Anthony.
Bajó de la camioneta rápidamente. Lucía muy bien con sus jeans raídos, botas estilo militar, camiseta sin mangas y una pañoleta negra amarrada al cuello. Era el sueño andante de cualquier chica humana, Anthony acapararía miradas donde sea. Caminó varios metros, se detuvo a ver una pizarra al parecer llena de anuncios, volteó hacia la izquierda y entró en las residencias del block- F.
Esperamos durante una media hora, hasta que volvió con una gran sonrisa en el rostro.
—Ya tenemos hogar— nos dijo.
Alonzo entreabrió los ojos al oírlo. Anthony estacionó la camioneta lo más cerca que pudo del block-F.
—¿En qué lío te metiste esta vez Sam? Ya no podré salvarte— dijo Alonzo a media voz distrayéndome.
—No importa, ya no pienso volver a Blackmount— le comenté.
Anthony y yo jalamos a Alonzo intentando ponerlo de pie, él dio su mayor esfuerzo para caminar unos cuantos pasos por su cuenta. Algunos de los residentes, que merodeaban el parqueo, nos miraban curiosos y llenos de desconfianza al pasar por la entrada del lugar.
Al pie de las escaleras nos esperaba un chico de estatura media, corpulento, de cabello oscuro, con unos llamativos ojos del mismo tono. Parecía de origen griego o algo así.
—Sam, él es Jakov. Compartiremos el piso con el— dijo Anthony.
Noté que Jakov me miraba fijamente, me puse un poco nerviosa.
—Encantado, es un placer conocerte Sam— dijo a la vez que tomaba mi mano y le daba un beso en señal de saludo solemne. Me sentí alagada. 
Anthony arrugó el entrecejo, parecía que no le gustaba la actitud de Jakov.
—Ya era hora de que alguien respondiera a mi anuncio. Síganme— dijo nuestro ahora compañero de cuarto.
Caminamos tras él por una larga escalera hasta llegar al tercer piso. Tratábamos de cargar a Alonzo disimulando toda nuestra fuerza, Anthony podría llevarlo en un sólo brazo pero eso sería demasiado anormal.
Los curiosos no se hicieron esperar, de la habitación opuesta salió una chica, se quedó embobada al mirar a Anthony, situación que no me gustó mucho.
—Hola, soy Molly— dijo la tonta muchachita pelirroja.
—Que tal, soy Anthony y ellos son mis amigos: Samantha y Alonzo— respondió él tratando de hacerse el muy amable.
—Gusto en conocerlos a todos. Vivo aquí, al frente de Jakov— agregó ella mientras señalaba la puerta de la que salió.
—Molly, ahora deja de molestar a mis nuevos compañeros — le dijo Jakov a la vez que la empujaba llevándola de regreso a su habitación. Me alegré por ello. Esperaba no volver a verla jamás, me resultaba molesta.
Al llegar a nuestro nuevo "hogar", Jakov se apresuró en recoger algunas cosas que estaban regadas en el suelo.  
—Disculpen el desorden por favor, no pensé que tendría compañeros tan pronto— dijo.
Recogí del piso una revista, la volteé para ver la portada. "PLAYBOY", Jakov me la quitó de las manos de inmediato.
—Eso no es mío— dijo sonrojándose por completo.
Había escuchado hablar de esas revistas con chicas desnudas, pero estaban prohibidas en Blackmount, seguro Anthony y Alonzo morían de curiosidad por verlas. Empezaba a notar el cambio, este es el mundo real, aquí no hay reglas ni prefectos controladores, depende todo de nosotros.
La residencia consta de tres partes: un recibidor con una pequeña cocina al fondo, a la izquierda la habitación de Jakov y a la derecha el cuarto que compartiríamos Alonzo, Anthony y yo. Todo con sus puertas respectivas para mayor privacidad. Se veía acogedor.
Entramos a nuestra habitación. Acomodamos a Alonzo en una de las camas, cubrí su cuerpo con una mantita que encontré en un viejo armario del lugar. Anthony se sentó muy cerca de la ventana mirando al horizonte.
Me senté al lado de Alonzo para vigilarlo, se veía tan indefenso que mi corazón se estremeció  llevado por un sentimiento antiguo que repentinamente volvió a cobrar vida en mi interior, quería cuidarlo, asegurarme de que estuviera bien.
—Sam, ven aquí— Interrumpió Anthony.
Ladeé la cabeza para reaccionar y me acerqué a él.
 —¿Qué pasa? — pregunté.
—¿Puedes verlo?
—¿Qué?
—La ciudad, las luces, las calles, son nuestras ahora. Sam, somos libres.
—¿En verdad crees que esto funcione?— pregunté en voz baja.
—¿Por qué no lo haría? ¿No lo habías soñado siempre? Siempre quisiste huir de Blackmount. 
—Lo sé, siempre fue así pero nunca imaginé que pasaría de esta forma. Tengo mis dudas.
—Pero  nada malo va a pasarnos.
—Eso espero de verdad. ¿Vendrán a buscarnos?
—No lo creo. Sería demasiado sospechoso, los humanos no lo verían normal, no pueden arriesgarse a buscarnos. Relájate.
Anthony decidió que era mejor que el bajara en busca de comida mientras yo vigilaba a Alonzo.
Retomé mi posición en la silla al lado de la cama. Saqué de mi mochila un jugo en caja, retiré la pajilla de la bolsa y la introduje en el orificio destinado a ella. Coloqué la pajilla en los labios de Alonzo. Él succionó lentamente el jugo.
En ese momento Carsten vino a mi mente. La idea de que tal vez jamás lo volvería a ver empezaba a atormentarme. Necesitaría sus besos, sus abrazos, su calor, saber que estaba ahí al otro lado del río esperándome.
—Sam. ¿Qué pasa?— preguntó Alonzo mirándome fijamente.
Estaba muy débil como para leer mi mente ahora.
—Nada, no pasa nada— respondí.
—¿Estás preocupada por lo que pueda pasarnos?
—Sí, algo. Eso.
—Todo estará bien, sólo espera que me recupere y todo saldrá perfecto. Te lo prometo. Todo será como siempre lo imaginaste.
¿Qué planea Alonzo? Solté un suspiro. La agonía iba a matarme, necesitaría a Carsten y pronto. ¿Cómo estaría él en este instante? ¿Estaría pensando en mí? ¿Dónde pasaría esta noche? Todos los pensamientos ridículos y cursis que jamás pensé tener salieron a flote.
Me puse de pie y examiné la estancia para distraer mi mente. Sospecho que es una habitación cualquiera, paredes tapizadas con papel decorativo, piso falso que se asemeja a la madera, algunas repisas, libreros, una pequeña y vieja mesita y cosas así que al parecer los anteriores huéspedes olvidaron a propósito.
La puerta principal sonó. Rápidamente me acerqué a la de nuestra habitación para ver a través del fino orificio de la llave.
Vi a Anthony conversando con Jakov. ¡Vaya! Thony tenía mucha experiencia tratando con humanos, ¡Se le veía tan natural! Podría creerme su actuación por completo. Si fuera humana caería rendida ante sus encantos sin dudarlo.
Thony terminó la conversación y se dirigió a nuestra habitación. Disimulé sentándome en el margen de la ventana.
—¿Me esperabas?— preguntó con una gran sonrisa mientras dejaba las bolsas de sus compras sobre la mesa vieja.
—¿De dónde salió todo eso?— pregunté.
—Poderes— dijo frescamente.
—No me digas que ¿Robaste una tienda?
Sonrió de forma cómplice.
—¿Para qué están los poderes si no vas a usarlos?— dijo muy fresco.
Sonreí a medias.
Comí algunas de las cosas que Anthony trajo, sentados uno frente al otro en silencio sobre su cama.  Él escuchaba la música que salía de sus audífonos, como siempre, yo no pude traer nada, por tanta prisa al salir de Blackmount olvidé mi móvil y mi cofre de ahorros. Pero hubo algo que sí traje dentro de la mochila: la sudadera de Carsten. De todas mis pertenencias esa era la única realmente valiosa.
Una ligera brisa helada entró por la ventana y recorrió todo el cuarto. Mi cuerpo se estremeció. Anthony notó el cambio.
—Será mejor que te acuestes— dijo quitándose los audífonos.
—Aún no tengo sueño— repliqué.
—Mira la carita que traes, tienes que descansar. Alonzo estará bien. Descansa ahora.
—No puedo sabes,  recién me puse a pensar en todo ¿Nos quedaremos a vivir aquí para siempre? ¿Podremos volver algún día a Blackmount? ¿Qué pasará con nosotros?
Tomó mis manos entre la suyas.
—Sam, ¿Otra vez con eso? ¿Cuántas veces te lo voy a decir?  Estamos juntos en esto. Alonzo, tu y yo vamos a pasarla genial aquí. Es un nuevo comienzo, ¿Por qué te preocupas tanto? Estaremos bien si nos tenemos los unos a los otros, juntos podremos salir adelante. ¿Dónde está Samantha la rebelde que nunca se interesaba por nada? Relájate Sam. Vive el momento.
Suspiré.
—Como si fuera tan fácil.
Anthony colocó sus manos sobre mis hombros y los rozó suavemente.
—Todo estará bien Sam, ahora ve a dormir— dijo con voz dulce.
—Está bien, lo haré— accedí al fin.
Me puse de pie, caminé hasta una de las repisas en la que dejé mi mochila, saqué de ella la sudadera de Carsten, me la puse y me recosté sobre la cama al lado de Alonzo.
—¿Y esa sudadera?— preguntó Anthony a mis espaldas
—Un regalo de alguien especial— respondí sin darle la cara.
—¿Especial? ¿En qué forma?— preguntó y su voz sonó débil.
— En la forma especial y nada más— respondí.
Maldije dentro de mí. Algunas veces parece que Thony quiere acercarse a mí pero termino hiriéndolo. Quería darme un golpe contra la pared en ese instante por ser tan torpe.
—Buenas noches Sam— dijo con voz un tanto melancólica.
—Que descanses Thony— respondí.
Me coloqué en todas las posiciones posibles, la cama era muy cómoda pero no pude dormir bien, estaba demasiado complicada. Alonzo y Anthony tenían una forma de ganarse la vida, yo no. No había aprendido a usar mis poderes. ¿Qué haría ahora? ¿Depender de ellos siempre?
No podía abusar de la bondad de mis amigos, tendría que encontrar una forma de ganarme la vida. ¿¡Pero cómo!?  El mundo de los humanos es extraño, lleno de estereotipos y complejos, ¿Cómo diablos podré saber qué está bien y qué está mal? Maldita vida "normal" jamás la imaginé tan difícil.


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