SAMANTHA
"Aunque doliera demasiado, te tendría
que dejar ir. No sé si volveré a verte, no sé si pueda besar tus labios una vez
más. El destino lo quiso así, tendré que ser paciente y mantener la
esperanza"
NUEVOS
HORIZONTES
Carsten estaba de pie frente a mí, llevaba al hombro
una mochila de jean que parecía pesada.
Miré directamente hacia sus ojos.
—Así que ¿Te vas?— pregunté mientras jugueteaba con el
cierre de su sudadera.
—Sí, Sam. Espero lo entiendas. Es lo mejor para los
dos. Samir quiere venganza, debo alejarlo de ti, y acabar con él de una vez por
todas.
—Bueno, yo también me voy— dije bajando la mirada.
Detuvo mis manos con brusquedad.
—¿¡Qué!?— alzó la
voz.
—Me voy con Anthony y Alonzo, él fue castigado por mi
culpa. Tengo que sacarlo de aquí .
—¡Moretti! ¡Toda la vida él! ¡Siempre se trata de él!
—Carsten, no es así. Lo hago por mi amigo, puedes
verlo claro en mi mente.
—No, no quiero y no debo. Necesito toda mi energía
para salir de aquí.
—Podríamos llevarte…
Me interrumpió antes de que termine la frase.
—No, Sam. Iré por mi cuenta.
—¿Quiere decir que no volveré a verte?— pregunté
temerosa.
—No, cariño eso no pasará. Veré la forma de velar por
ti, trataré de estar lo más cerca posible. Soy un peligro estando a tu lado. Samir
podría encontrarnos y ensañarse contigo. No quiero que ese maldito se te
acerque — dijo con la voz cargada de furia.
—Te ves muy sexy cuando te enojas— le dije.
Se lanzó sobre mí con un beso apasionado. Terminado el
beso me abrazó con fuerza contra su pecho.
—Te amo— susurró.
—Yo también te amo— respondí mientras apretaba su
espalda con mis dedos.
—Es hora de irse— dijo.
Pero yo no quería soltarlo.
—Carsten, nos volveremos a ver, te lo aseguro.
—¡Sam! ¡Debemos irnos!— gritó Anthony desde la Land
Rover.
—Debes irte— dijo Carsten a mi oído.
Deshizo el abrazo y me dio un pequeño empujoncito
devolviéndome al camino.
Me volví para verle, parecía muy triste y podía
sentirlo en mi interior, su tristeza creciente apoderándose de cada parte de mi
alma. Apretó sus labios como si intentara callar algo que quería salir de lo
más profundo de su ser. Hizo un gesto con la cabeza, indicándome que suba a la
camioneta. Le hice caso, me senté en el asiento trasero, al lado de Alonzo que
estaba casi inconsciente. Volteé la cabeza y busqué a Carsten, pero el ya no
estaba. Solté un suspiro.
—Acelera— le ordené a Anthony.
La land rover avanzó arrasadora en medio del lodo y el
pasto. Derribamos parte de la verja trasera
que cercaba la escuela. Una alarma sonó a lo lejos. De todas formas no
podrían alcanzarnos, Anthony pisaba el acelerador a fondo, nos movíamos muy
rápido. La camioneta se movía de lado a lado mientras destrozaba las plantas y
arbustos a su paso.
De pronto, sentí en mi brazo un profundo ardor
provocado por los arañazos de Tatiana y sus largas uñas. Quiso impedir el
secuestro de Alonzo. Tuve que arreglar cuentas con ella, la dejé muy golpeada
pero no al borde de la muerte. Mi cuerpo estaba medio golpeado en general y
lleno de pequeños rasguños con gotitas de sangre casi coagulada.
Afortunadamente Carsten no lo había notado, si no quien sabe qué pudo haber
hecho, mi novio es muy impulsivo.
Alonzo se movió un poco. Tomé sus hombros, traté de
recostarlo con la cabeza sobre mi regazo para darle mayor soporte.
—Sam…— dijo con dificultad.
—Estoy aquí, no te dejaré.
—Gracias…— susurró.
Silencié sus labios con mi dedo índice.
—No hables, estás débil.
Sonrió un poco.
—Sujétate— ordenó Anthony.
Antes de preguntarle por qué la camioneta de inclinó
hacia la derecha andando en solo dos ruedas para salir por el delgado perímetro
de la escuela. Había olvidado lo hábil que es Thony conduciendo.
Me aferré del asiento delantero para no golpear contra
la puerta contraria.
Anthony volvió a poner la camioneta en cuatro ruedas,
tomamos la autopista que iba directo al centro de la ciudad.
—¿A dónde nos dirigimos exactamente?— le pregunté a
Anthony.
—Conozco un lugar donde podremos pasar casi
desapercibidos, unas residencias universitarias.
—¿Qué no hay que estar registrado en la universidad
para eso?— pregunté.
—No, esto es diferente— dijo.
Luego de un largo viaje en el que estuve varias veces
a punto de caer dormida, llegamos al lugar mencionado. Anthony estacionó la
camioneta en el parqueo de las residencias universitarias.
Pude ver no muy lejos de nuestra ubicación, sobre un
edificio enorme unas enormes letras blancas, “Universidad pública de Blast
Ville”.
—Espérame aquí, iré a concertar todo— dijo Anthony.
Bajó de la camioneta rápidamente. Lucía muy bien con
sus jeans raídos, botas estilo militar, camiseta sin mangas y una pañoleta
negra amarrada al cuello. Era el sueño andante de cualquier chica humana,
Anthony acapararía miradas donde sea. Caminó varios metros, se detuvo a ver una
pizarra al parecer llena de anuncios, volteó hacia la izquierda y entró en las
residencias del block- F.
Esperamos durante una media hora, hasta que volvió con
una gran sonrisa en el rostro.
—Ya tenemos hogar— nos dijo.
Alonzo entreabrió los ojos al oírlo. Anthony estacionó
la camioneta lo más cerca que pudo del block-F.
—¿En qué lío te metiste esta vez Sam? Ya no podré
salvarte— dijo Alonzo a media voz distrayéndome.
—No importa, ya no pienso volver a Blackmount— le
comenté.
Anthony y yo jalamos a Alonzo intentando ponerlo de
pie, él dio su mayor esfuerzo para caminar unos cuantos pasos por su cuenta.
Algunos de los residentes, que merodeaban el parqueo, nos miraban curiosos y
llenos de desconfianza al pasar por la entrada del lugar.
Al pie de las escaleras nos esperaba un chico de
estatura media, corpulento, de cabello oscuro, con unos llamativos ojos del
mismo tono. Parecía de origen griego o algo así.
—Sam, él es Jakov. Compartiremos el piso con el— dijo
Anthony.
Noté que Jakov me miraba fijamente, me puse un poco
nerviosa.
—Encantado, es un placer conocerte Sam— dijo a la vez
que tomaba mi mano y le daba un beso en señal de saludo solemne. Me sentí
alagada.
Anthony arrugó el entrecejo, parecía que no le gustaba
la actitud de Jakov.
—Ya era hora de que alguien respondiera a mi anuncio. Síganme—
dijo nuestro ahora compañero de cuarto.
Caminamos tras él por una larga escalera hasta llegar
al tercer piso. Tratábamos de cargar a Alonzo disimulando toda nuestra fuerza,
Anthony podría llevarlo en un sólo brazo pero eso sería demasiado anormal.
Los curiosos no se hicieron esperar, de la habitación
opuesta salió una chica, se quedó embobada al mirar a Anthony, situación que no
me gustó mucho.
—Hola, soy Molly— dijo la tonta muchachita pelirroja.
—Que tal, soy Anthony y ellos son mis amigos: Samantha
y Alonzo— respondió él tratando de hacerse el muy amable.
—Gusto en conocerlos a todos. Vivo aquí, al frente de
Jakov— agregó ella mientras señalaba la puerta de la que salió.
—Molly, ahora deja de molestar a mis nuevos compañeros
— le dijo Jakov a la vez que la empujaba llevándola de regreso a su habitación.
Me alegré por ello. Esperaba no volver a verla jamás, me resultaba molesta.
Al llegar a nuestro nuevo "hogar", Jakov se
apresuró en recoger algunas cosas que estaban regadas en el suelo.
—Disculpen el desorden por favor, no pensé que tendría
compañeros tan pronto— dijo.
Recogí del piso una revista, la volteé para ver la
portada. "PLAYBOY", Jakov me la quitó de las manos de inmediato.
—Eso no es mío— dijo sonrojándose por completo.
Había escuchado hablar de esas revistas con chicas
desnudas, pero estaban prohibidas en Blackmount, seguro Anthony y Alonzo morían
de curiosidad por verlas. Empezaba a notar el cambio, este es el mundo real,
aquí no hay reglas ni prefectos controladores, depende todo de nosotros.
La residencia consta de tres partes: un recibidor con
una pequeña cocina al fondo, a la izquierda la habitación de Jakov y a la
derecha el cuarto que compartiríamos Alonzo, Anthony y yo. Todo con sus puertas
respectivas para mayor privacidad. Se veía acogedor.
Entramos a nuestra habitación. Acomodamos a Alonzo en
una de las camas, cubrí su cuerpo con una mantita que encontré en un viejo
armario del lugar. Anthony se sentó muy cerca de la ventana mirando al
horizonte.
Me senté al lado de Alonzo para vigilarlo, se veía tan
indefenso que mi corazón se estremeció llevado por un sentimiento antiguo que
repentinamente volvió a cobrar vida en mi interior, quería cuidarlo, asegurarme
de que estuviera bien.
—Sam, ven aquí— Interrumpió Anthony.
Ladeé la cabeza para reaccionar y me acerqué a él.
—¿Qué pasa? —
pregunté.
—¿Puedes verlo?
—¿Qué?
—La ciudad, las luces, las calles, son nuestras ahora.
Sam, somos libres.
—¿En verdad crees que esto funcione?— pregunté en voz
baja.
—¿Por qué no lo haría? ¿No lo habías soñado siempre?
Siempre quisiste huir de Blackmount.
—Lo sé, siempre fue así pero nunca imaginé que pasaría
de esta forma. Tengo mis dudas.
—Pero nada malo
va a pasarnos.
—Eso espero de verdad. ¿Vendrán a buscarnos?
—No lo creo. Sería demasiado sospechoso, los humanos
no lo verían normal, no pueden arriesgarse a buscarnos. Relájate.
Anthony decidió que era mejor que el bajara en busca
de comida mientras yo vigilaba a Alonzo.
Retomé mi posición en la silla al lado de la cama.
Saqué de mi mochila un jugo en caja, retiré la pajilla de la bolsa y la
introduje en el orificio destinado a ella. Coloqué la pajilla en los labios de
Alonzo. Él succionó lentamente el jugo.
En ese momento Carsten vino a mi mente. La idea de que
tal vez jamás lo volvería a ver empezaba a atormentarme. Necesitaría sus besos,
sus abrazos, su calor, saber que estaba ahí al otro lado del río esperándome.
—Sam. ¿Qué pasa?— preguntó Alonzo mirándome fijamente.
Estaba muy débil como para leer mi mente ahora.
—Nada, no pasa nada— respondí.
—¿Estás preocupada por lo que pueda pasarnos?
—Sí, algo. Eso.
—Todo estará bien, sólo espera que me recupere y todo
saldrá perfecto. Te lo prometo. Todo será como siempre lo imaginaste.
¿Qué planea Alonzo? Solté un suspiro. La agonía iba a
matarme, necesitaría a Carsten y pronto. ¿Cómo estaría él en este instante?
¿Estaría pensando en mí? ¿Dónde pasaría esta noche? Todos los pensamientos
ridículos y cursis que jamás pensé tener salieron a flote.
Me puse de pie y examiné la estancia para distraer mi
mente. Sospecho que es una habitación cualquiera, paredes tapizadas con papel
decorativo, piso falso que se asemeja a la madera, algunas repisas, libreros,
una pequeña y vieja mesita y cosas así que al parecer los anteriores huéspedes
olvidaron a propósito.
La puerta principal sonó. Rápidamente me acerqué a la
de nuestra habitación para ver a través del fino orificio de la llave.
Vi a Anthony conversando con Jakov. ¡Vaya! Thony tenía
mucha experiencia tratando con humanos, ¡Se le veía tan natural! Podría creerme
su actuación por completo. Si fuera humana caería rendida ante sus encantos sin
dudarlo.
Thony terminó la conversación y se dirigió a nuestra
habitación. Disimulé sentándome en el margen de la ventana.
—¿Me esperabas?— preguntó con una gran sonrisa
mientras dejaba las bolsas de sus compras sobre la mesa vieja.
—¿De dónde salió todo eso?— pregunté.
—Poderes— dijo frescamente.
—No me digas que ¿Robaste una tienda?
Sonrió de forma cómplice.
—¿Para qué están los poderes si no vas a usarlos?—
dijo muy fresco.
Sonreí a medias.
Comí algunas de las cosas que Anthony trajo, sentados
uno frente al otro en silencio sobre su cama.
Él escuchaba la música que salía de sus audífonos, como siempre, yo no
pude traer nada, por tanta prisa al salir de Blackmount olvidé mi móvil y mi
cofre de ahorros. Pero hubo algo que sí traje dentro de la mochila: la sudadera
de Carsten. De todas mis pertenencias esa era la única realmente valiosa.
Una ligera brisa helada entró por la ventana y
recorrió todo el cuarto. Mi cuerpo se estremeció. Anthony notó el cambio.
—Será mejor que te acuestes— dijo quitándose los
audífonos.
—Aún no tengo sueño— repliqué.
—Mira la carita que traes, tienes que descansar.
Alonzo estará bien. Descansa ahora.
—No puedo sabes,
recién me puse a pensar en todo ¿Nos quedaremos a vivir aquí para
siempre? ¿Podremos volver algún día a Blackmount? ¿Qué pasará con nosotros?
Tomó mis manos entre la suyas.
—Sam, ¿Otra vez con eso? ¿Cuántas veces te lo voy a
decir? Estamos juntos en esto. Alonzo,
tu y yo vamos a pasarla genial aquí. Es un nuevo comienzo, ¿Por qué te
preocupas tanto? Estaremos bien si nos tenemos los unos a los otros, juntos
podremos salir adelante. ¿Dónde está Samantha la rebelde que nunca se
interesaba por nada? Relájate Sam. Vive el momento.
Suspiré.
—Como si fuera tan fácil.
Anthony colocó sus manos sobre mis hombros y los rozó
suavemente.
—Todo estará bien Sam, ahora ve a dormir— dijo con voz
dulce.
—Está bien, lo haré— accedí al fin.
Me puse de pie, caminé hasta una de las repisas en la
que dejé mi mochila, saqué de ella la sudadera de Carsten, me la puse y me
recosté sobre la cama al lado de Alonzo.
—¿Y esa sudadera?— preguntó Anthony a mis espaldas
—Un regalo de alguien especial— respondí sin darle la
cara.
—¿Especial? ¿En qué forma?— preguntó y su voz sonó
débil.
— En la forma especial y nada más— respondí.
Maldije dentro de mí. Algunas veces parece que Thony
quiere acercarse a mí pero termino hiriéndolo. Quería darme un golpe contra la
pared en ese instante por ser tan torpe.
—Buenas noches Sam— dijo con voz un tanto melancólica.
—Que descanses Thony— respondí.
Me coloqué en todas las posiciones posibles, la cama
era muy cómoda pero no pude dormir bien, estaba demasiado complicada. Alonzo y
Anthony tenían una forma de ganarse la vida, yo no. No había aprendido a usar
mis poderes. ¿Qué haría ahora? ¿Depender de ellos siempre?
No podía abusar de la bondad de mis amigos, tendría
que encontrar una forma de ganarme la vida. ¿¡Pero cómo!? El mundo de los humanos es extraño, lleno de
estereotipos y complejos, ¿Cómo diablos podré saber qué está bien y qué está
mal? Maldita vida "normal" jamás la imaginé tan difícil.
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