SAMANTHA
"Odio
este lugar con todas mis fuerzas, sus estúpidas reglas me tienen al borde de la
locura. Sólo hay dos razones por las que sigo aquí, dos personas a las que
tengo que proteger más que a mí misma y él. La necesidad de estar cerca suyo me
tiene atrapada en este reclusorio"
LA
BIENVENIDA
El primer día de escuela de este año se veía igual que
siempre, dentro de los mismos parámetros y la misma monotonía absurda. Caía
sobre Blast Ville el otoño y una leve ventisca fría se sentía en el ambiente.
Afortunadamente antes de bajar del tren, envolví alrededor de mi cuello una gruesa
bufanda de lana verde oscura. Mi fina chaqueta de jean azul no me calentaba lo
suficiente, si no entraba ahora empezaría a temblar.
Resultaba un poco difícil caminar arrastrando las tres
maletas enormes que llevé a París. Llegué a la escuela luego de un largo
recorrido en taxi desde la estación de trenes, tenía las piernas casi adormecidas y los ojos a punto de cerrárseme.
Una vez más me quejé de la lejanía de la escuela.
Por mucho que extrañara este lugar y todas sus
comodidades, volver no era emocionante, al menos para mí no.
Al entrar por la puerta principal y andar por uno de
los pasillos me encontré con muchos conocidos que me dirigían un saludo rápido
y continuaban su camino, algunos decían mi nombre, otros simplemente movían la
mano derecha o me dedicaban una sonrisa. Tanta gente andando por aquí y por
allá me confundía un poco, por no decir demasiado.
—¡Sam! ¡Al fin te encuentro!— gritó frente a mí Gaby,
una de mis mejores amigas, uno de los pocos productos rescatables en esta
pequeña y plástica sociedad estudiantil.
Se veía radiante como siempre. El cabello rubio, liso
y sedoso hasta los hombros, su sonrisa perfecta, un vestido floreado ceñido y
unos zapatos de tacón propios de su estilo femenino.
—¡Gaby! ¡Te
extrañé tanto! ¡No sé cómo pude pasar estas vacaciones sin ti!— le dije
abrazándola con una mano y olvidando tras de mí las maletas.
—También me hiciste falta. ¡Tenemos que ponernos al
tanto de todo! ¡Andando! — me dijo a la vez que tomaba una de mis maletas con
la mano derecha y con la otra tiraba de
mi brazo.
Al pasar por el área que nos llevaba a la parte
central del internado nos cruzamos con los dos grupos más populares de la
escuela: las porristas y los chicos de "la orden de Ankh".
Los Ankh, los cuatro chicos más adinerados y más
guapos de la escuela, descendientes de
un grupo elitista formado quizás desde hace cientos de años atrás por algún
miembro de sus respectivas familias. No
hay testimonios de que la organización original siga activa, pero dentro de la
escuela los chicos quisieron continuar el legado de sus familiares y le dieron,
a mi parecer, un significado banal, aun así eran reconocidos y admirados, y
claro ¡Cómo no reconocerlos! si llevan pendiendo en el cuello su llamativo
símbolo: la cruz ansada en oro reluciente. Sus padres ocupan cargos importantes
en "sociedad" y creo que por eso aquí les dan trato de reyes. Nadie
sabe exactamente qué hacen, es un secreto.
Los Ankh caminaban por el lugar como si fueran un
cuarteto de dioses griegos, parecía que la multitud guardaba silencio al verlos
pasar, conteniendo el aliento al contemplar a tan perfectas criaturas. Por detrás de su pequeña formación venía Marco
Arturo Gonzáles, el hijo del dueño del periódico local y capitán del equipo de
soccer. Sus ojos verdes y su cabello casi anaranjado traían muertas a las
chicas, sobre todo a las de octavo año. A su lado, Juan Esteban Fernández alias
"Juanes", tal vez él más normal del grupo; aunque se creía todo un
semental en realidad es el payaso entre
los cuatro, sus padres son accionistas mayoritarios en la bolsa de valores. Es
de estatura media, cabello oscuro y rasgos latinos. Hay que recalcar que es
completamente bobo con las materias pero bastante hábil para el ajedrez. En
frente iba Arnold Jhonson, el guapo chico de cabellos dorados, recién llegado
de Estados Unidos, adquisición de estreno en el grupo luego del traslado de
Alain Cooper a otra escuela. Aunque aún no teníamos demasiada información sobre
Arnold bastaba ver su ropa y el Rolex en
su muñeca derecha para saber que manejaba mucho dinero. Lo más llamativo en él
es su corte de cabello casi totalmente afeitado a un lado, por lo general en la
escuela no permiten extravagancias en nuestra imagen, pero por lo visto hay
excepciones. Y por último; el más importante para mí; el único Ankh que me
interesa: Alonzo Moretti, de ascendencia
italiana, con una sonrisa y unos labios que alborotarían a cualquiera. Para mi
él era el más guapo de toda la escuela, él único. Sus ojos color miel se clavaron
sobre mí de inmediato cuando pasó por mi lado y detuvo su andar.
—Es bueno verte de nuevo Samantha— me dijo con su
melódica voz mientras intentaba no retrasar al resto del grupo. Sus amigos
marcaron una pequeña distancia con él pero no la suficiente como para no oír
nuestra conversación.
Mi corazón estuvo a punto de detenerse ante su
presencia, disimulé.
— ¡Qué desgracia que aún sigas en la escuela!— le dije.
Me dio una gran sonrisa.
—No has cambiado nada—
agregó sin alterar su buen humor.
—Creí que tus padres te enviarían a un internado en
Boston, con Alain.
—Son sólo rumores, seguiré aquí todo el tiempo que me
plazca— dijo muy fresco.
—Alonzo, ¡Apúrate! ¡No alcanzaremos rosquillas de
bienvenida!— le dijo Juanes con tono burlón, tal vez sólo por interrumpir
nuestra conversación. Le fulminé con la mirada, lo notó y volteó los ojos hacia
otro punto haciéndose el inocente.
—Parece que continuaremos nuestra conversación más
tarde— alcanzó a decirme Alonzo antes de dar media vuelta y unirse nuevamente a
su grupo.
Casi termino cegada por el brillo de su cabello
castaño, con ligeras ondas ¡Irresistible! Alonzo no sólo es el líder de los
Ankh, también es el presidente de la sociedad de alumnos, el mejor alumno de la
escuela y probablemente el chico con más admiradoras dentro de los Ankh. Los últimos
rumores que me llegaron vía mensajes de texto al móvil decían que Arnold y él
empezaban a "pelearse" sobre el tema de las admiradoras.
Se alejó lentamente de mí, con ese andar despreocupado
y encantador propio sólo de él.
—Parece que ver a Alonzo te deja muda— interrumpió
Gaby.
Me había olvidado de su presencia hasta que ella
rompió el silencio.
—Estás loca, ¿Alonzo? ¡Por favor!— dije fingiendo.
No podía contarle sobre mis sentimientos a Gaby, en
realidad nadie debe saber que amo en secreto a Alonzo desde siempre.
—Tú me estás ocultando algo— dijo ella plantándome una
mirada escrutadora.
¡Maldición! Me conoce demasiado bien.
—No, para nada— respondí con total seriedad para sonar
creíble.
Nuestra conversación se vio interrumpida al notar las
miradas insoportables de las porristas, sus
sonrisas falsas, sus expresiones, claramente hablaban sobre nosotras.
— ¿Qué pasa "Barbie"? ¿Nunca viste a alguien
normal? — le dije a Tatiana, la capitana del grupo.
— ¡Es que me da pena ver a alguien poco agraciado como
tú!— respondió ella salpicándome su veneno imaginario.
—En cambio nosotras somos perfectas— agregó Alejandra mientras rozaba sus
torneadas piernas con las manos.
Las miré con una mueca de asco. ¡Son insoportables! Se
rumorea una posible unión romántica entre las porristas y los Ankh. No podía aceptar
que Tatiana, que al igual que yo gusta de Alonzo a diferencia que lo suyo es
notorio, estuviera tan cerca de él todo
el tiempo que quisiera. En cambio yo, tenía que alejarme de él tanto como podía
para no levantar sospechas.
—Vámonos chicas, dejemos a los patitos feos
lamentarse— agregó la mencionada mientras su séquito la seguía con dirección a
la cafetería.
—¡De verdad no las soporto más!— comenté con Gaby.
—¿Es un mal momento?— preguntó Patty uniéndose a
nosotras.
El trío estaba completo.
—¡Claro que no! ¡Bienvenida al planeta de plástico
otra vez!— dije en son de broma.
—¡Patty! ¡Te tardaste demasiado!— le dijo Gaby dándole
un fuerte abrazo.
—Este año haremos de las nuestras— agregó Patty
mientras nos rodeaba con sus cortos y delgados brazos.
—Sí, ya lo creo— dije sonriendo con un poco de
malicia, ya quería poner en su lugar a Tatiana.
—Ya es hora de que Patty y yo consigamos novio— dijo
Gaby sonriendo pícaramente.
—Por cierto
¿Qué pasó con Anthony?— me preguntó Patty.
Como por arte de magia y con sólo mencionarlo, el
susodicho apareció bajando unas escaleras cercanas. Mi mirada cayó directamente
sobre sus ojos melancólicos.
—Nos dimos cuenta que funciona mejor como amigos—
respondí a la pregunta de Patty bajando la vista. Aún no me sentía capaz de
verlo de frente y aceptar que lo lastimé con nuestra ruptura.
Los chismorreos fueron interrumpidos por la voz de la
secretaria en el altavoz.
—A todos los alumnos: Por favor diríjanse al auditorio
para la bienvenida del director, siéntanse como en casa, bienvenidos a
Blackmount.
Patty también me ayudó a llevar una maleta, aún con
sus delgadísimos brazos logró jalarla con facilidad, a veces su cuerpo tan
delgado, su baja estatura, sus rasgos tan finos, me hacían pensar en ella como
una frágil muñeca de porcelana más que en una de mis mejores amigas.
Las tres caminamos en medio del gentío para ocupar
nuestros asientos de costumbre, dos filas atrás de las porristas y en diagonal
a los Ankh. Desde ahí tenía vista perfecta para ver a Alonzo conversando con
sus amigos.
Una vez ahí el director Dalton comenzó el discurso de
rutina, presentó a los nuevos maestros, a la nueva prefecta que se encargaría
de cuidar la disciplina (Y tal vez ser mi nueva enemiga) la señorita Carmen
Buenaventura, el nuevo maestro de química, etcétera, etcétera. ¡Aburrido!
No hacía más que mirar a Alonzo, hasta que por
casualidad volteó en mi dirección y me pilló, sonrió con ganas y retomó la
conversación con Arnold. Mis mejillas se encendieron momentáneamente, por
fortuna las chicas no lo notaron, respiré hondo y retomé el control de mis
emociones.
El director pidió unas palabras de parte del
presidente de la sociedad de alumnos, Alonzo subió al estrado en medio de los
aplausos y piropos de las chicas, él sólo sonrió complacido. Su cabello castaño
ligeramente desordenado le daba un aire travieso a su personalidad tan seria, algunos
mechones caían sobre su frente rizándose hacia afuera en el área de las puntas,
su rostro de expresión amable se veía radiante, sus pómulos ligeramente
prominentes y sonrosados le daban un aspecto aún más adorable… en conclusión un
completo Adonis, cada vez que lo veía no podía dejar de pensar en todas las
cualidades que lo hacen tan encantador.
—Quiero dar una cordial bienvenida a los alumnos que
se integran este año a nuestra familia y recibir con cariño a los viejos
amigos. Nos espera un año lleno de retos y actividades por realizar. Sólo les pido
que dejen atrás sus miedos y por fin se decidan a luchar por lo que realmente
quieren— dijo.
Por una extraña razón me miró fijamente al pronunciar
la última frase.
—En conclusión, bienvenidos todos.
Terminado su discurso recibió la misma ola de aplausos
de parte de todo el público al regresar a su lugar. Yo seguía sin comprender el
porqué del último acontecimiento, decidí dejarlo en el cliché de "simple
coincidencia".
Terminada la actividad en el auditorio nos dirigimos a
la capilla de la escuela donde se llevó a cabo el tradicional servicio de
inicio del año escolar, en varias oportunidades estuve a punto de caer dormida
pero di mi mayor esfuerzo por mantenerme en pie.
Terminado todo ello, nos dirigieron al patio posterior
ubicándonos por años de estudio para la repartición de horarios y otras cosas
más referentes a la escuela. No somos
demasiados alumnos, este es un internado exclusivo.
La maestra de biología pasó la lista de mi clase.
—Tatiana Avendaño, Rosalie Brown, Juan Esteban
Fernández,… Gaby García,… Estefano Miller…, Patty Martínez… Samantha Oliveira.
Levanté la mano para registrar mi asistencia, aunque
era casi imposible que pasara desapercibida, los maestros y todo el personal
encargado de velar por la disciplina en el internado me conocen a la
perfección, soy la revoltosa número uno desde hace un par de años.
Alonzo, Arnold y Marco Arturo estaban en la otra
sección (por desgracia) siempre quise saber cómo sería tenerlos a todos juntos
en la clase. ¿Les darán privilegios? Sobre todo: ¿Cómo sería Alonzo en clases?
¿Cómo se comporta con las compañeras? ¿Y cómo…
—¡Sam! ¡Vuelve
a la tierra!— gritó Patty sacudiéndome
por los hombros.
Parpadeé varias veces para salir de mis pensamientos.
—¿Pasó algo interesante?— pregunté intentando ocultar
mi distracción.
—¡Juan Esteban está
en medio de una charla íntima con
Gaby!— dijo emocionada.
Me alegré por ella, a Gaby siempre le gustó Juanes, la verdad los
dos harían una linda pareja.
Volteé en dirección a los mencionados para echarles un
vistazo curioso, pronto tuve una ligera visión del futuro sobre ese par.
Respiré hondo para reponerme rápidamente sin que Patty lo notara. Estas
dichosas visiones me atacan repentinamente y son incontrolables, son mi gran
secreto.
¡A veces todo sería muy sencillo si no fuéramos
ángeles!
primer capitulo y de frente con el Segundo esta historia ya me ah atrapado! me gusta
ResponderEliminargracias :)
EliminarAlain!! Me gusta como quedó. Ahora voy derechito a devorarme el segundo.
ResponderEliminarSi si si adelante! :) Alain ♥
EliminarHola! Vengo desde el diario de Meg. Acabo de empezar a leer esta historia y ya me ha enganchado! Ahora me leeré el segundo cap.
ResponderEliminarBeesos!
Gracias Lucía!! espero verte por aquí también :)
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